Project Findings

Chiriaco y los awajún: el contexto de trabajo

El caso peruano del proyecto SMAPL se ubica en Chiriaco, centro económico-administrativo del distrito de Imaza (Provincia de Bagua, Región de Amazonas). Esta área es predominantemente rural y considerada parte del territorio ancestral del pueblo awajún. Sin embargo, históricamente ha presentado un fuerte contacto con la población no indígena a partir de las políticas de colonización de la Amazonía impulsadas por el gobierno peruano desde los años 50 en adelante. Por otro lado, a partir de la conformación de comunidades nativas a finales de los años 70, los awajún provenientes de zonas más alejadas comenzaron a asentarse en Chiriaco en busca de un mayor acceso a educación y salud. En la actualidad, Chiriaco presenta un panorama multiétnico, en el que se ha afianzado la convivencia entre la población awajún y no indígena.

La pandemia de COVID-19 en Chiriaco

Los primeros casos de COVID-19 en Perú se identificaron en marzo del 2020. Para evitar su propagación, el gobierno estableció la cuarentena y distanciamiento social obligatorios, así como la entrega de ayudas económicas y canastas de alimentos para las familias vulnerables. En Chiriaco, se dio un estricto  control policial y militar para evitar el ingreso a la zona; por su parte, las comunidades awajún cerraron los accesos a sus territorios. Sin embargo, hubo personas que ingresaron por ríos y trochas para evadir los controles y así poder reencontrarse con sus familias. En opinión de varias personas, esta fue una de las causas de la primera y más crítica ola de contagios, junto con las aglomeraciones provocadas por la entrega de los apoyos del gobierno. 

En este escenario, la respuesta del sector salud fue insuficiente y se vio sobrepasada por la demanda de atención. Ante esta situación, el pueblo awajún desarrolló estrategias de movilización social para enfrentar la pandemia que se ejemplifican en las experiencias de las comunidades Nazareth, Shushug y Wachapea, recogidas a partir del proyecto SMAPL. En ellas se reutilizaron conocimientos ancestrales sobre preparación de plantas medicinales, prácticas terapéuticas tradicionales y formas de autoaislamiento comunal con las que ya habían enfrentado en el pasado las epidemias que llegaron a su territorio desde la época de la colonia.

Fuente: Facebook – Red de Salud Bagua

Experiencias de movilización social: Los casos de Shushug, Wachapea y Nazareth

Pudimos conocer la experiencia de la comunidad de Shushug a partir de Wilder Jintash, apu de la comunidad; Ramiro Esamat, técnico enfermero que labora en el puesto de salud; Anali Yarleque, obstetra del puesto de salud; Elvita Cuñachi, partera de la comunidad y  Timoteo Taish, comunero del anexo Pagki.

Este momento fue recordado como caótico. A pesar que los accesos a la comunidad fueron cerrados, esto se hizo insostenible ante la llegada de los llamados “caminantes”. A ello se sumó la aparición de los primeros casos, a los cuales se tenía que hacer frente sin los recursos necesarios. 

La multiplicación de casos de COVID-19 impulsó un nuevo intento de organización para evitar que el virus los arrase, lo cual consistió en articular los conocimientos y capacidades en salud que había en su comunidad. Con ese fin, Ramiro en alianza con el apu de ese momento organizaron una estrategia para la atención y manejo de casos junto a cinco jóvenes estudiantes de enfermería de su comunidad que habían retornado a sus casas para pasar el confinamiento. Lo que hicieron fue sectorizar su comunidad y distribuir entre ellos la atención de las familias de cada sector, a partir de lo cual comenzaron a realizar visitas diarias a cada vivienda para la atención y monitoreo de los casos. En esas visitas se encargaban de administrar los medicamentos y brindar orientación, según la necesidad de cada familia.

Además de la estrategia de la sectorización, los cuidados domésticos dados al interior de cada familia fueron centrales para la recuperación de las personas contagiadas. Alguien que contó esto de forma precisa fue el señor Timoteo Taish, quien describe su contagio y los cuidados que recibió de su esposa en la siguiente cita.

“Untsu yabai juu mijan jata taamanu 2019 ina nugken, kuashat paatá aidau jinawagme, mina patag aidau, wisha antsanuk jamain wajakbiajai nuniku asan waittsa tsagagmajai. Yaushkek pujut ajakuanik ibau ajakchauwai yabai apash kaukaunkua ibau jata itawagmatai kuashat jatash yabaik ewentumainchau wajasa pujagjama”.

“Minak tratamientonak sujusagbayi wika dekattkauk minak tsetsek, tsuwekbiajai, atsanbaichabi agakesh jinkishbiajai, makichik mijan pujusbiajai aga jiintsuk ayatak waitinum tsapusan niibiajai, jeke jeke makuan, ujuchi duken jukin, ajejan duke jukin wika kayu kayu makun, nuintu matico duken jukin wika waja wajakuan tsagagbayag wika, ampinak takaschabiajai, Wii jaakun pujusagnik mina duwag yainkabi anna senchi waitkasbiaja, jata wainchamu asa nii tsuwanmayi, nuintu kaip aidochin, sukutnun umakun ajan jukin wika tsajanbiajai”.

“Nunimainchau ajakui, wagka tamash juu comunidadnumak nuu tabaunmak ashí achimaja pujuu ajakui, nuniau asamtai aents jakau akuik ijagsachu ajakuitji, inna pataji jakau akuiskam iik ijagsachutji”.

“El año 2019 llegó la pandemia aquí en la selva-amazonas, muchos de mis familiares fallecieron, también yo estuve en reposo un mes y casi pierdo la vida. Antiguamente la vida no era así, no había muchas enfermedades, llegaron los mestizos y ahora no se puede salvar de muchas de las enfermedades”.

“A mí me dieron el tratamiento. En primer lugar, como síntomas me dio fiebre, frío, estuve un mes en mi casa sin salir, solamente miraba por la ventana. Para eso gracias a mi esposa me preparó la hoja de algodón, la hoja de jengibre para el vaporeo, la hoja de matico para el frío y me dio caliente, eso tomaba y tomaba hasta ponerme mejor, eso me ayudó bastante. Mi esposa en ese momento no estaba contagiada y gracias a ella que con esa enfermedad muy peligrosa ella me preparaba también la hoja de sacha ajo para el dolor de cabeza y eso yo tomaba caliente, no utilice medicamentos”.

“Mi esposa no se contagió y gracias a dios ella me cuidó, en mi comunidad Pagki todos se contagiaron desde el primer día de golpe nos agarró, si alguno fallecía no íbamos a visitar cada uno estaban en sus hogares, no salíamos por esa misma razón no había visitas familiares ni de otras personas”.

Una lección que se desprende del caso de Shushug es la importancia del personal de salud que atiende a sus propias comunidades. A partir de profesionales como Ramiro, vemos como en situaciones críticas y extremas, como la que experimentaron con la pandemia, la responsabilidad y liderazgo con la que afrontan estas situaciones van más allá de un asunto laboral. Por último, la estrategia que siguieron no habría sido posible sin la articulación con el apu y los estudiantes de enfermería que retornaron a su comunidad. En ese caso, los lazos de parentesco y paisanaje que los unía contribuyeron a la fluidez y éxito de su movilización.

Téc. Ramiro Esamat
Vista de Shushug

Conocimos la experiencia de Wachapea a través de Saúl Tsajuput, Sandra Tsajuput, Luis Ugkush, Arturo Tibip, Eulalia Yampiag, Jesus Saan, apu de Wachapea y la Hna. Elvira Villar, promotora del colegio Fe y Alegría 62.

A partir de lo expresado por nuestros interlocutores, se puede decir que la movilización presentada en Wachapea estuvo caracterizada por una fuerte organización inicial facilitada por Saúl Tsajuput, la cual estuvo basada en el aprovechamiento de una experiencia organizativa previa: la brigada comunal para la respuesta a desastres y emergencias. Esta brigada fue un equipo que se conformó en 2018 bajo la coordinación de la DIRESA Amazonas y RIS Bagua como parte de sus acciones en ese tema, brindándoles además capacitación. Al declararse el estado de emergencia en el 2020 esta brigada preexistente se activó y Saúl Tsajuput, como jefe de brigada, lideró las coordinaciones iniciales.

Primera reunión en Wachapea con Saúl Tsajuput, y los promotores de salud Arturo Tibip y Carlota Tahuan, realizada en noviembre de 2022
Sandra Tsajuput durante el trabajo de campo realizado en julio del 2023
El inicio de la pandemia y la organización de Wachapea

Ante la falta de información para la prevención y tratamiento del COVID-19, el Sr. Saúl decidió comunicarse con el SAMU de Bagua y Chachapoyas para obtener mayores orientaciones. Con estos datos convocó a una asamblea general en donde compartió esta información, a partir de lo cual los comuneros de Wachapea acordaron reunir plantas que sean reconocidas como eficaces para paliar los síntomas de COVID-19. En esto, fue vital el conocimiento de personas como la señora Eulalia Yampiag, reconocida por su sabiduría vinculada al uso de plantas medicinales.

Las plantas recolectadas de las huertas domésticas fueron juntadas en la sala comunal a partir de lo cual se realizaron lo que Sandra Tsajuput, joven awajún de Wachapea, había descrito como “ollas comunes de plantas medicinales”. De esta manera se hicieron preparados medicinales que luego fueron distribuidos en pequeños vasos descartables según dosis indicadas por las personas conocedoras de esto, como la señora Eulalia.

Registro fotográfico de algunas de las plantas que fueron más usadas para la preparación de las dosis medicinales que fueron repartidas a las viviendas. Estas fueron tomadas en la huerta de Eulalia Yampiag, quien aparece en una de ellas. La foto final es de la cocina de su vivienda.

Lo que nos enseña el caso Wachapea

El caso de Wachapea es un ejemplo de la capacidad que tienen las comunidades para saber aprovechar sus aprendizajes a partir de experiencias pasadas, así como de los recursos y conocimientos disponibles, llámese la capacidad de las personas con formación en enfermería  y aquellas con conocimiento de sus saberes ancestrales. También es importante resaltar la figura de Saúl Tsajuput como un referente político con capacidad de liderazgo y articulación, que supo movilizar a sus paisanos; así como de Luis Ugkush, quien realizó los esfuerzos para cumplir con los acuerdos para la atención de las familias de Wachapea.


El caso de Nazareth

Conocimos la experiencia de Nazareth gracias a los testimonios de Ana María Yampis, quien fue parte del programa de formación de técnicos de salud interculturales de AIDESEP; Roger Yampis, apu de Nazareth; una promotora y personal de salud; Tomás Lozano y Eusebio Antuash, director y profesor del colegio Teets Tseje, respectivamente. A partir de las entrevistas se pudo identificar que, si bien se dieron respuestas de protección similares a los otros dos casos, se presentaron redes de cuidado domésticas con el protagonismo de mujeres y hombres que hacían parte de esos núcleos familiares.

El COVID-19 se acerca: primeras medidas de protección

Como es sabido, tanto Nazareth como el resto de comunidades ordenaron el cierre de sus accesos, sin embargo, esto fue una medida temporal y que tampoco evitó los contagios. Al respecto, tanto el apu como Ana María refirieron que el cobro de los bonos otorgados por el Estado propició la diseminación del virus en las comunidades. 

La atención de los casos

Una vez que el virus empezó a diseminarse, las familias comenzaron a responder con los recursos que tenían a la mano. De forma similar a lo que se encontró en Shushug y Wachapea, se observó que en Nazareth se aprovecharon los conocimientos y capacidades en salud que tenían algunas de las personas de las comunidades. Este fue el caso de Ana María, cuyos aprendizajes como técnica fueron valiosos para la atención de sus familiares. Si bien ella no ejercía en este campo hace varios años, estos se activaron y fueron aplicados a favor de ellos. En este punto, fue relevante el acompañamiento del médico Luis Pérez De Miguel de Imacita, quien la asesoró para un correcto proceder con los medicamentos.

Además, un punto en común en la atención de los casos fue la experimentación con los recursos médicos disponibles, pero guiados por sus propias trayectorias y saberes. La circulación de consejos de lo que funcionó y no, fue también algo muy presente. También fue recurrente el temor de que los familiares enfermos fueran llevados al hospital de Bagua, ya que esto era asociado con una muerte segura, y con la imposibilidad de tener contacto con ellos. Esto se observa en la siguiente cita que refleja la experiencia de Ana María a modo de ejemplo.

Fotos facilitadas por Ana María Yampis de su trabajo como promotora del programa social “Cuna Más”

La cita de arriba ejemplifica la confianza que personas como Ana María tuvieron en  su medicina local frente a lo que se podía esperar de la biomedicina en ese momento. Esto no significa que esta no fuera utilizada, sino que ante la falta de evidencia de su eficacia se optó por sus recursos indígenas. Además, la noticia de continuas muertes en el hospital de Bagua fortaleció que muchos opten por no mandar a sus enfermos hasta allá, y tratarlos en sus casas. En estos casos las redes de cuidado entre familiares fueron centrales para la recuperación de los enfermos.

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